Amauta (Perú, 1926-1930)
Unánimemente reconocida como la revista más importante de América Latina en las primeras décadas del siglo XX y, al menos para el Perú, la más importante de todo el siglo XX, Amauta sigue siendo lugar de encuentro para las vanguardias latinoamericanas.1 Con un tiraje que osciló entre 3,500 y 4,000 ejemplares, llegó a sesenta localidades del país y ochenta ciudades del mundo. Sus colaboradores procedían de al menos veinte países en tres continentes. Esta cobertura se reflejó en la cantidad de avisos, seguramente como resultados de canje, de revistas similares editadas en América y Europa: Monde, Repertorio Americano, Avance, Futurismo, Der Sturm, etc.
Entre septiembre de 1926 y septiembre de 1930 Amauta tuvo 32 entregas.2 Inicialmente bajo el sello de Editorial Minerva, posteriormente bajo el sello de la Sociedad Editora Amauta, fundada en marzo de 1928. En cuanto al formato, hasta el n° 16 fue impresa en formato 34 x 25 cm, desde el n° 17 en adelante en formato 17 x 23 cm. Se anunció como revista mensual, y cumplió con esta periodicidad hasta la clausura en mayo del año 1927. Reapareció con una edición doble en diciembre del mismo año. Hasta mediados del año 1929 se intercalaron 10 entregas mensuales y 4 bimensuales. De ahí en adelante las entregas fueron bimensuales con la excepción del n° 28 publicado en el mes de enero de 1930, probablemente el último que editó al detalle José Carlos. El número 29 (febrero-marzo de 1930) dio cuenta de la enfermedad del director fundador. Tras su muerte (abril de 1930) la revista tuvo tres entregas bimensuales bajo la dirección de Ricardo Martínez de la Torre.
La idea de una revista como espacio de encuentro y maduración de un proyecto político cultural es anterior al viaje a Europa. En junio de 1918, José Carlos, junto con César Falcón y Félix del Valle, publicó la primera entrega de Nuestra Época, aspirando a representar “la capacidad estudiosa y el esfuerzo reformador de la juventud intelectual a (la) que pertenecemos”. La publicación de un artículo crítico del Ejército provocó una agresión física a JCM que repercutió en la política local. Tras la segunda entrega, que incluía un duro enjuiciamiento de los “grupos políticos” peruanos, la revista dejó de salir. Luego vino el viaje a Europa donde, entre otros aprendizajes, se consolidó en José Carlos la importancia de la prensa, no solo diaria sino también de doctrina, teniendo como gran referente en este terreno a Monde de Henri Barbusse.
Al regresar, José Carlos tenía en mente un proyecto periodístico multidimensional. Tal como afirmó en la Presentación de Amauta: “yo vine de Europa con el propósito de fundar una revista”. Simultáneamente, intentó comprarle a Pedro Ruiz Bravo, deportado por Leguía en Chile, su clausurado diario El Tiempo. Entre tanto, se incorporó al staff de la revista Claridad, dirigiéndola tras la deportación de Víctor Raúl Haya de la Torre, promoviendo su ampliación a proyecto editorial complementario de la Universidad Popular Manuel González Prada. La enfermedad de mayo de 1924 que derivó en la amputación de la pierna derecha y un largo período de convalecencia postergaron el proyecto. Pero, a la vez, le dieron un tiempo de maduración y redefinición: “Hace dos años, esta revista habría sido una voz un tanto personal. Ahora es la voz de una movimiento y de una generación”.3 La revista fue definida como espacio de encuentro, solidaridad y debate que “cribará a los hombres de la vanguardia -militantes y simpatizantes- hasta separar la paja del grano. Producirá o precipitará un fenómeno de polarización y concentración.” En el transcurso de los dos años previos, José Carlos modificó el nombre de la revista de Vanguardia a Amauta. La elección del título expresaba una opción por la tradición nacional más profunda, a lo que el director fundador añadía una opción universalista: “todo lo humano es nuestro.” La densidad de la presentación de la revista hace imposible resumirla, su lectura es imprescindible.
El nombre de la revista está íntimamente vinculado con la estética de la misma, en ambos casos tuvo un rol preponderante José Sabogal (Cajamarca, 1888-Lima 1956). Según el testimonio de Luís Alberto Sánchez fue Sabogal quien propuso el nombre. Y, como es sabido, tuvo a su cargo el diseño de casi todas las carátulas de las 32 ediciones de la revista. La mayoría de las viñetas interiores estuvo a cargo de Carmen Saco, discípula del maestro cajamarquino. Dada su temprana experiencia en los talleres de impresión, José Carlos le prestó especial atención a la selección de la tipografía y al diseño interior de la revista.
La revista no tuvo secciones temáticas, sino hilos conductores al interior de cada número y entre números sucesivos. Debajo del título aparecían cuatro palabras: Doctrina, Arte, Literatura, Polémica. Sí tuvo una suerte de suplementos: Libros y Revistas, una publicación que antecedió a la revista, incluía comentarios de publicaciones recientes y propaganda de textos disponibles en Minerva y otras librerías, El Proceso del Gamonalismo, boletín de defensa indígena se incluyó en la revista a partir del nº5. Vida Económica fue una sección informativa que apareció entre los números 10 y 16. Panorama Móvil, sección “dinámica y heterogénea” según Tauro del Pino recogía notas y comentarios sobre temas de actualidad.
El aparente desorden en el que se sucedían textos políticos, literarios, ensayos filosóficos, crítica de arte y crónica social, buscaba producir un efecto de “fricción” entre diversos géneros y diversos autores.4 Ejemplo paradigmático de lo anterior es el lugar que ocupan los poemas de José María Eguren, poeta puro por excelencia y sin duda el favorito de la revista, en las sucesivas entregas de Amauta. Por ejemplo, en la página 8 del primer número comparten la misma columna un poema de Eguren con la imagen de Dserchinsky, presentado como “agonista de la revolución rusa, fallecido recientemente.” Se trataba del fundador de la “Cheka” primer aparato represivo del régimen soviético. Lo de “agonista”, por otro lado, apunta al comentario de José Carlos al libro de Unamuno, La Agonía del Cristianismo, incluido en las páginas finales del mismo número. En la entrega siguiente, el poema de Eguren va inmediatamente después de un artículo de Haya de la Torre sobre América Latina. En el número 8, el poema de Eguren está inserto en medio de un artículo sobre el curso de la revolución en China. Más adelante (Nº27, diciembre de 1929) el poema antecede a tres artículos sobre Rusia en el XII Aniversario de la Revolución. Transgredir las fronteras, friccionar lo diverso era una forma de hacer patente la complejidad de la experiencia humana.
Solamente en tres ocasiones la revista tuvo algo así como “editoriales”: la mencionada “Presentación”, en el primer número; “Segundo Acto”, en el número 10, publicado tras la clausura en 1927; y “Aniversario y Balance”, en la entrega número 17. Este último es el texto que dio cuenta de la culminación del proceso de “criba” y la definición de la revista como socialista. En algunas ocasiones, el director/editor insertó notas aclaratorias, algunas de carácter político, otras de carácter más bien literario. Ejemplo de esto último fueron los tres elogiosos comentarios a las primeras publicaciones de Martín Adán, quien debutó en la revista a los 19 años.
En lo que refiere al aspecto empresarial, seguramente nos sorprenderá encontrar avisos de los grandes bancos limeños, compañías de seguros, tiendas diversas, numerosas librerías y destacados profesionales.5 Muchos de estos anunciantes se mantuvieron fieles a la revista, incluso después de su clausura.6 Amauta no fue solo un proyecto político-cultural. Fue también un sólido proyecto empresarial. Cuando decidió autonomizarla de la Empresa Editora Minerva, José Carlos convocó a suscribir acciones por 5 mil soles, capital que luego elevó a 7,500 soles.7 A pesar de que se suscribieron la mayor parte de las acciones, a partir de enero del año 1929 hubo que recurrir a colectas en el marco de la quincena pro-Amauta: con el lema “Amauta no debe morir”. Así se colectaron varios miles de soles durante los últimos dos años de la revista.
El número 9, que antecede a la clausura y la prisión del director y varios colaboradores, incluyó un artículo de Jorge Basadre quien, con apenas 24 años, presentaba una visión panorámica y crítica de la penetración del imperialismo norteamericano en el continente. Al reaparecer la revista (número 10, diciembre de 1927), edición especial con el doble de páginas, incluyó un avance de La Casa de Cartón de Martín Adán acompañado de una presentación del autor suscrita por José Carlos; así mismo, el texto Ciudad Mística de Carmen Saco desde Moscú, y otro de Marinetti, futurista italiano, simpatizante del fascismo. Es reconocida la importancia del número 17, no sólo por el texto “Aniversario y Balance” sino también porque en él se inicia la publicación de la serie Defensa del Marxismo. Aunque no se lo mencione explícitamente, el telón de fondo es el desenlace de la polémica con Haya de la Torre. Pero contra lo que podría suponerse, la definición socialista no estrechó la agenda ni excluyó colaboradores: seguiremos encontrando a Antenor Orrego, sin duda el filósofo de la revista, y José María Eguren, a Miguel de Unamuno y Jesús Silva Herzog. Y junto a los consagrados, como López Albújar, leeremos en las páginas de la revista no solo a Martín Adán sino también a Estuardo Núñez, Emilio Adolfo Westphalen y Carlos Oquendo y Amat.
Si bien José Carlos estuvo vivo hasta antes del lanzamiento del número 29 (febrero y marzo 1930), en el cual se incluyó el anuncio: “Mariátegui grave”, su labor de minucioso editor probablemente alcanzó hasta la entrega n° 28 (enero de 1930). Esta se abrió con un texto de José María Eguren seguido por un inédito de Henri Barbusse, traducido especialmente para Amauta. A continuación, encontramos el último texto firmado por José Carlos que publicó la revista antes de su muerte: “Populismo Literario y estabilización capitalista”. Allí el Amauta zanjó con una literatura de apariencia realista que presenta ante las “pequeñas gentes” (la pequeña burguesía urbana consumidora de literatura) a los trabajadores y explotados con un hálito de compasión por sus miserias. Condenó este “populismo” afirmando que “la demagogia es el peor enemigo de la Revolución, lo mismo en la política que en la literatura”. Mariátegui prefería otra literatura: “Nos interesa la sinceridad, la desnudez de la literatura burguesa. Más aún, nos interesa su cinismo. Que nos haga conocer toda la perplejidad, todos los desfallecimientos, todos los deliquios del espíritu burgués... Sobre la mesa de trabajo del crítico revolucionario, independientemente de toda consideración jerárquica, un libro de Joyce será en todo instante un documento más valioso que el de cualquier neo-Zola.”8 El número incluyó también la primera entrega de una biografía de Rosa Luxemburgo, un poema de Neruda, un texto de Pavletich sobre México, poemas diversos y un avance de El Amauta Atusparia de Ernesto Reyna.
Alberto Flores Galindo afirmó que Amauta fue, más que una revista, “la antesala del Partido”. La presencia de personas y temas que van más allá del proyecto político estricto apunta más allá: Amauta prefiguró la sociedad emancipada. Se ha propuesto el símil con un manto de Paracas: hilos entretejidos en diversas direcciones que configuran imágenes que se articulan en una polícroma representación del mundo y de la vida. Un tejido que asombra y envuelve. “Habrá que ser muy poco perspicaz para no darse cuenta de que al Perú le nace una revista histórica”, así se cerraba la presentación de la revista en septiembre de 1926. Casi a un siglo de distancia, es unánime el reconocimiento del acierto de la frase. Desde una silla de ruedas, rodeado de asedios y precariedad, se ponía en marcha una de las aventuras colectivas más impresionantes de la historia latinoamericana.
Notas
1. El momento más alto de reconocimiento a la revista ha sido, sin duda, la muestra internacional Redes de Vanguardia: Amauta y América Latina, 1926-1930 que se instaló en el Museo Reina Sofía de Madrid en febrero del 2019 y que luego pasó por Lima, México y Austin (Texas). No solo El País, también The Economist, The Times, New York Times y otros medios dedicaron sendas páginas a comentar la muestra.
2. Accesibles en: http://hemeroteca.mariategui.org/index.php/Detail/collections/6
3. Presentación de Amauta, Amauta, Nº1, septiembre de 1926, página 3.
4. Esta observación pertenece a Gustavo Buntinx.
5. Para mayor detalle sobre la importancia de la publicidad se puede ver el tarifario en el número 14: la contra carátula, a dos colores, costaba 120 soles (800 dólares de hoy).
6. En el número de reapertura (n° 10, diciembre de 1927) se encuentran avisos del Banco Transatlántico Alemán, una fábrica de sombreros, la Botica Inglesa, librerías y una amplia lista de médicos y abogados limeños.
7. Monto equivalente a 180 mil soles de hoy, alrededor de 48 mil dólares.
8. Amauta, n° 28, p. 8.
