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Mora Valverde, Manuel

Rodrigo Quesada Monge

La vida política e intelectual de un abogado de izquierdas

Manuel Mora Valverde (1909-1994), nació en San José, Costa Rica, América Central, y toda su vida política estuvo sujeta a las denuncias y declaraciones en contra de un enemigo bien asentado y contundente, el imperialismo del gobierno de los Estados Unidos. Manuel Mora Valverde tuvo una vida activa bastante agitada y ello fue el producto, no solo de su comprensión de los acontecimientos que se sucedían en América Central, por aquellos años, entre 1934 y 1979, sino que también su enfrentamiento contra el imperialismo practicado por el gobierno de los Estados Unidos, significaba el saqueo de los recursos naturales de estos países, al mismo tiempo que se buscaba configurar una alianza internacional, cuyo eje central era el gobierno de ese último país.

Desde 1823, el gobierno de los Estados Unidos, quiso dejarles bien claro a los europeos que el Caribe era de su propio dominio y nadie, menos aún el Imperialismo Británico, tenía el derecho de distorsionar o deformar las características principales, del mercado que así se formaba. De esta forma, el Caribe pasó a estar bajo la influencia de los Estados Unidos, de una forma irreversible. Cuba, Puerto Rico, República Dominicana, Haití, América Central y el Caribe norte y suramericano, debían contemplar esta influencia en todas sus decisiones políticas y económicas. Pero además, el dominio se extendía también a una cuestión territorial y el crecimiento económico, solo era posible si el gobierno de los Estados Unidos, así lo permitía. 

En estas circunstancias, Manuel Mora y los comunistas costarricenses, que fundaron el Partido Comunista de Costa Rica, el 16 de junio de 1931, debían considerar que las alianzas de clase, formuladas al calor de la influencia ejercida por el gobierno de los Estados Unidos, eran sumamente frágiles y estaban expuestas a ser desmanteladas en cualquier momento, por ese mismo gobierno. La participación de la United Fruit Company , fundada en 1899 por un conjunto de empresarios estadounidenses, que más tenían de filibusteros, que otra cosa, como los acusa un historiador de ese país, siempre se involucró directamente en la política centroamericana, tanto así como para participar diligentemente en el asesinato de Augusto César Sandino en 1934 (nacido en Nicaragua en 1895) y en sabotear al gobierno guatemalteco en 1954, libremente electo.      

Los intelectuales de clase media que fundaron el Partido Comunista Costarricense en 1931, estaban informados de este asunto y ninguno de ellos se dio por vencido, cuando la persecución y la censura hicieron su aparición, no solo con la quema del periódico La Información en 1919, uno de los órganos periodísticos más conservadores de Costa Rica, sino también enfrentando las consecuencias de la guerra civil que azotó al país, entre marzo y abril de 1948. 

A partir de ese momento, la historia social y política de Costa Rica, cambiaron radicalmente y no se puede decir que el país haya sido el mismo, desde entonces. En todos estos acontecimientos, estuvo presente Manuel Mora Valverde, su partido y su clase social, para presionar, argumentar y luchar a favor de los más pobres. No se pierda de vista que el dirigente tuvo una vida política muy beligerante, desde los catorce años, lo cual lo convertía en algo excepcional, si se piensa en que Manuel Mora fue alumno de la escuela Juan Rudín, del Liceo de Costa Rica, y de la antigua facultad de derecho, donde siempre fue visto como un elemento extemporáneo y extraño, pues su estilo oratorio era pausado y receloso de lo que pensara el adversario.  

Debe señalarse que Manuel Mora Valverde contó con la disposición de una estructura partidaria estable y de un periódico o revista teórica regulares. Ya fueran Revolución (1929-1931), Trabajo (1931-1948), Adelante (1953-1961) o Libertad (1961-1993), el cual continúa promovido, a través de las redes sociales, o una organización repartida en células que se reunían un par de veces por semana, para discutir temas y problemas generados por las publicaciones de la antigua Unión Soviética (el suscrito asistía regularmente en Barrio México, a las reuniones que se realizaban en la casa de Doña Luisa González Gutiérrez -1904/1999, una de las fundadoras del Partido Comunista de Costa Rica), con el afán de promover la revolución y su orientación en Costar Rica. 

Esta estabilidad y regularidad en la organización revolucionaria y en las publicaciones del partido, le han brindado un grado de penetración ideológica pocas veces igualado por otras organizaciones similares en América Latina y el Caribe. En un primer momento, el camarada Manuel Mora Valverde fue electo diputado y el discurso comunista se encontró con una resistencia inusual en el medio costarricense, muy conservador y religioso tradicionalmente. Estos han sido los enemigos regulares del comunismo costarricense, el cual ha encontrado otras formas de referirse a él, cuando la institucionalidad laboral se ha visto amenazada. Por eso, la huelga de 1934, recogía las enseñanzas de la que se había realizado contra Minor Cooper Keith (1848-1929) en 1877. 

Desde “socialismo colonizado” hasta “reformismo institucionalizado”, el Partido Comunista de Costa Rica, se ha visto ante uno de los más graves problemas que ha tenido que enfrentar, el imperialismo del gobierno de los Estados Unidos. En la huelga de 1934, destacó la figura de Carlos Luis Fallas (Alias Calufa) (1909-1966), no solo por su capacidad de liderazgo, sino también por su talento estratégico y teórico, el cual se vio articulado con el apoyo sindical que varias organizaciones laborales le brindaron. Porque Manuel Mora Valverde, tenía perfectamente claro que el imperialismo de los Estados Unidos, no era solamente una actitud postiza del gobierno de ese país, adquirida a raíz de situaciones históricas específicas, sino también de alguna gente relacionada con las estructuras de poder en América Latina y el Caribe. 

Los comunistas costarricenses participaron activamente en la lucha de Augusto César Sandino (1895-1934) en Nicaragua contra el imperialismo de los Estados Unidos y vieron su asesinato en 1934, como una de las grandes tragedias que le podía ocurrir a las organizaciones revolucionarias en América Central. Lo mismo sucedió con el asesinato en prisión de Agustín Farabundo Martí (1893-1932) en El Salvador. El grado de involucramiento ideológico y político, de un camarada como Manuel Mora Valverde, en estos sucesos, no fue nunca superficial y transitorio. 

Lo mismo se puede decir de las mujeres en el Partido Comunista de Costa Rica. Carmen Lyra (1887-1949) (seudónimo de María Isabel Carvajal Quesada), autora de los emblemáticos Cuentos de mi Tía Panchita (1920) y Luisa González Gutiérrez (1904-1999), autora de A ras del suelo, con varios premios nacionales, se encargaron de sistematizar las ideas de solidaridad, socialismo y armonía que, supuestamente, remontarían al capitalismo dependiente de Costa Rica.

Manuel Mora Valverde, murió en 1994, pero el año anterior la Universidad de Costa Rica y la Universidad Estatal a Distancia, lo habían distinguido con sendos premios de periodismo y el doctorado Honoris Causa. La Asamblea Legislativa de Costa Rica, lo nombró benemérito de la patria en 1998. Estas distinciones fueron el producto de una larga carrera de solidaridad con los más pobres de Costa Rica.              

Contribuciones al marxismo-leninismo latinoamericano de Manuel Mora Valverde

Ya se indicaba antes, la estabilidad ideológica y funcional de su partido Vanguardia Popular, el partido de los comunistas en Costa Rica, y por el que había sido electo diputado (en 1933 y 1970), hicieron que Manuel Mora Valverde acrecentara sus compromisos y sus vínculos con los militantes y con las convicciones costarricenses más enraizadas, como el respeto a la institucionalidad establecida y a la religiosidad popular. 

Tanto así que la huelga de 1934, definió trayectos ideológicos y políticos, pues el apoyo sindical de los obreros bananeros, estableció los fundamentos de lo que sería luego, no solo el registro estético de poetas como el Premio Nobel Chileno Pablo Neruda (1904-1973), sino también los avances en dirección al Código de Trabajo de 1943, el capítulo constitucional sobre las garantías sociales, la fundación de la Caja Costarricense de Seguro Social, uno de los organismos fundamentales, en el tratamiento de la salud pública de Costa Rica, y el papel destacado de los comunistas en la guerra civil de marzo y abril de 1948, en el que perdieron la vida cientos de comunistas notables. 

Todo esto le fue permitido al camarada Manuel Mora Valverde, porque se tomaron al pie de la letra las enseñanzas del leninismo, el cual había sido de brillante trayectoria en la Rusia Soviética, desde 1917. Por eso aquí se habla del marxismo-leninismo de Manuel Mora Valverde, porque sin el partido y una nueva concepción del poder político, los comunistas en Costa Rica, hubieran hecho muy poco. 

Bastaron un partido y un periódico, para contar con que las lecciones del leninismo de Manuel Mora y de los comunistas costarricenses, se ajustaran a la realidad concreta del país, sin la cual era imposible tener una idea de la categoría revolución. El realismo del leninismo de Manuel Mora, le dio la convicción y la idea de que el reformismo del padre Jorge Volio Jiménez (1882-1955), desde 1924, era eminentemente oportunista y solo buscaba introducir algunas reformas al sistema de capitalismo dependiente costarricense.

Ese realismo le permitió acercarse a la Iglesia Católica Costarricense, en la figura de Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez (1898-1952), sin contemplaciones y sin escrúpulos ideológicos. La cuota de sacrificio pagada por los comunistas costarricenses, en la guerra civil de marzo y abril de 1948, aún no está debidamente estudiada por los historiadores y los científicos sociales de Costa Rica. Pero, mientras llega ese historiador, debería indicarse que los comunistas dieron su apoyo a las causas populares representadas por el Código de Trabajo de 1943, la construcción y masificación de la Caja Costarricense del Seguro Social y, sobre todo, su inclinación hacia una Iglesia Católica Costarricense, dispuesta a seguir muy de cerca las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia, del Papa León XIII (1810-1903). 

Junto a ello, Manuel Mora Valverde tuvo que enfrentar y defender la persecución de su hermano Eduardo Mora Valverde (1922-2013) (electo diputado en dos ocasiones, en 1974 y 1978 y en 1982-1983) y la huida y refugio en México de autores costarricenses como Carmen Lyra, quien nunca recibió el permiso para volver a Costa Rica, de parte de los vencedores de la guerra civil, el grupo que rodeaba a José Figueres Ferrer (1906-1990), supuestamente, seguidores de los principios de la socialdemocracia latinoamericana y europea. 

El Partido Liberación Nacional, fundado en 1951, y seguidor, hasta 1970, de los principios de la socialdemocracia, fue un enemigo ácido e incómodo de los comunistas costarricenses, quienes siempre creyeron en las alianzas formuladas, durante la guerra civil de 1948, entre la Iglesia Católica, el Calderonismo, que apoyaba la fundación de la Caja Costarricense del Seguro Social, y el Partido Vanguardia Popular, de los comunistas. Esta triple alianza tuvo que enfrentar a los socialdemócratas costarricenses, quienes siempre creyeron en el liberalismo capitalista, como la única forma de remontar la estrategia socialista de los comunistas. 

El famoso “comunismo a la tica”, que recogía una de las descripciones más antagónicas de la estrategia revolucionaria propulsada por los comunistas, terminó por imponerse y definirse, a través de la defensa de la institucionalidad costarricense. Era necesario proteger la tolerancia, la religiosidad y el antiautoritarismo de los costarricenses, si se quería impulsar la revolución en un país, más bien conservador. 

No debería olvidarse que la historia de Costa Rica, hasta 1948, fue muy similar a la del resto de América Central. Golpes de estado, revueltas militares y defensa de los intereses del gobierno de los Estados Unidos en América Central, para ponderar las verdaderas consecuencias de aquella guerra civil. 

El imperialismo del gobierno de los Estados Unidos fue el principal enemigo político e ideológico, de los comunistas costarricenses, como lo fue de los radicales en el resto de América Latina y el Caribe. Pero, el principio leninista del partido centralizado, burocratizado y férreamente disciplinado, fue uno de los logros más destacados de los comunistas costarricenses.

“El comunismo a la tica” (donde tico era el costarricense promedio, desde la segunda parte del siglo XIX, acostumbrado a reducir todo a su mínima expresión: pequeño o pequeñitico), no era otra cosa que una forma de socialdemocracia más radical y gregaria. 

Muy diferente al “socialismo colonizado”, el comunismo a la tica de Manuel Mora Valverde y de los comunistas costarricenses, siempre entendió que la institucionalidad electoral y el respeto a las ideas ajenas, así como la religiosidad del pueblo costarricense, nunca podría ser modificada, aunque las revoluciones y las guerras civiles plantearan lo contrario. 

De esta forma, y para seguir a Lenin en su amplio sentido de la realidad, Manuel Mora y los comunistas costarricenses, negociaron con la Iglesia Católica Costarricense, el gobierno de turno, dirigido por Rafael Calderón Guardia (1900-1970) y el Ejército de Liberación Nacional, el cual era dirigido por la fracción industrial de la clase dominante costarricense. El enfrentamiento fue inevitable y a lo largo de dos meses, marzo y abril de 1948, fueron los comunistas quienes más perdieron en esta contienda militar. 

No se olvide el Codo del Diablo, cuando varios comunistas fueron acribillados a balazos por la gente que siempre vio en el comunismo, la peor alternativa política e ideológica de Costa Rica. De hecho, a todo lo largo de su historia civil, Costa Rica nunca ha tenido un gobierno de izquierda. La guerra civil concluyó a finales de abril de 1948 y Don Otilio Ulate Blanco (1891-1973), cuya derrota electoral nunca fue reconocida por los seguidores de José Figueres Ferrer (1906-1990), terminó por ser presidente de Costa Rica, luego de que Figueres se hiciera cargo de la Junta Fundadora de la Segunda República, durante 18 meses.  

El Pacto de la Embajada de México, entre Teodoro Picado Michalsky (1900-1960) y el Padre Benjamín Núñez (1915-1994), como representante del Ejército de Liberación Nacional, el 19 de abril de 1948, terminó por saldar los logros de los comunistas costarricenses, quienes conquistaron algunas modificaciones de la Constitución de Costa Rica, aunque su partido, el Vanguardia Popular, terminó por ser censurado, hasta 1975 y varios de sus intelectuales más destacados nunca pudieron regresar al país, como Carmen Lyra, quien murió en México. Era un hecho que este pacto, fue considerado por Rafael Calderón Guardia (1900-1970) como una traición y en dos ocasiones (en 1948 y en 1955) intentó volver al poder a la fuerza, apoyado por la dictadura nicaragüense. 

El partido de los comunistas costarricenses defendió con uñas y dientes su política de alianzas estratégicas, durante los años cuarenta del siglo veinte, no solo con el afán de evitarle a la democracia costarricense la guerra civil, que tanto daño le hizo al país, sino también con la idea de proteger al ciudadano de a pie, quien vive inconsciente de lo que sucede a su alrededor, de los embates del imperialismo del gobierno de los Estados Unidos y de sus defensores más entrañables, a nivel nacional. 

Entre tanto, los comunistas costarricenses y Manuel Mora Valverde en particular, lograban que su internacionalismo produjera buenos resultados, como fue la participación activa y beligerante de la Columna Carlos Luis Fallas en el proceso revolucionario sandinista en Nicaragua, entre 1976 y 1979. El partido comunista de Costa Rica, convirtió su legalización, interrumpida entre 1948 y 1975, en una lucha a muerte contra los convencionalismos jurídicos, a los que el costarricense promedio está muy acostumbrado. Siempre vio con buenos ojos, que los comunistas estuvieran fuera de la legalidad y de que sus ideas en beneficio de la utopía y la democracia, fueran combatidas de manera feroz. 

Esta lucha por la legalidad, llevó al Partido Vanguardia Popular a una división interna y de carácter nacional, pues varias agrupaciones de izquierda llegaron a cuestionar la estrategia impulsada por el partido de los comunistas costarricenses, no solo con relación a los sucedido en la década de los años cuarenta del siglo veinte, sino también con la internacionalización del conflicto revolucionario en Nicaragua, y en el resto de América Central. 

Quienes pretendían desplazar a Manuel Mora Valverde de la secretaría general del Partido Vanguardia Popular, se encontraron de pronto con que el escenario político en Costa Rica había cambiado y solo después de los años ochenta del siglo veinte, las agrupaciones trotskistas, anarquistas, feministas, ecologistas y socialistas, imaginaron la posibilidad de discutir el hecho, de que la vanguardia revolucionaria en Costa Rica ya no era la misma. La rebelión estudiantil de ALCOA en abril de 1970, así lo había demostrado. Un nuevo movimiento estudiantil había surgido.

Comentarios y críticas al trabajo político de Manuel Mora

Cuestionar la dirigencia popular y marginal de Manuel Mora Valverde del Partido Vanguardia Popular, se hizo una costumbre, para finales de los años ochenta del siglo veinte. El liderazgo de Manuel Mora Valverde entró en una franca crisis, cuando otras agrupaciones de izquierda en Costa Rica, objetaron su “colaboracionismo de clase” (así se llamaba a la política de alianzas, fomentada por el Partido Vanguardia Popular, entre 1950 y 1980), su aparente reformismo y su inercia ideológica, en el plano institucional. 

La izquierda en Costa Rica terminó dividida y fragmentada, tanto así que aún hoy al Partido Vanguardia Popular, el viejo Partido Comunista de todos los costarricenses, tuvo que esconderse detrás de algunas máscaras institucionales, para poder participar en las elecciones nacionales. Era urgente, mientras llegaba la legalidad tantas veces deseada y que hasta 1975, se logró modificar el artículo constitucional que impedía la participación nacional de los comunistas en Costa Rica, que el partido disfrazara su contribución electoral, porque, de lo contrario, se corría el riesgo de ser acusado de violentar la institucionalidad costarricenses, como tantas veces sucedió con los comunistas en Costa Rica. 

Manuel Mora Valverde fue acusado de estalinista, centralista y golpista, como sucedió contra Arnoldo Ferreto Segura (1910-1996) y Humberto Vargas Carbonell (1933-), dos costarricenses, comunistas, elegidos diputados en dos ocasiones, cada uno. El estalinismo de todos estos dirigentes, se expresaba en la institucionalidad ideológica del Partido Vanguardia Popular, que ahora cambiaba de nombre, cada vez que buscaba defender los intereses de los trabajadores y de los sindicatos en Costa Rica. Los trotskistas, los anarquistas y los izquierdistas radicales, acusaban a Manuel Mora Valverde y a la totalidad de la dirigencia del Partido Vanguardia Popular, de haberse plegado a las reformas socialdemócratas introducidas por el Partido Liberación Nacional, fundado en 1951. 

Tales acusaciones no contemplaban el internacionalismo de los comunistas costarricenses, ni tampoco su gran preocupación por la idea de fomentar la revolución en Costa Rica. Sin embargo, al empezar el XIII Congreso de los Comunistas en Costa Rica, era más que clara la división estratégica entre los comunistas y las otras fuerzas de izquierda en el país, las cuales habían señalado el silencio y la actitud cómplice de los comunistas en Costa Rica, cuando se trataba de señalar el grado de involucramiento de los socialdemócratas en el crimen del Codo del Diablo, por ejemplo, donde perdieron la vida varios comunistas costarricenses, como se ha indicado. 

La sorpresa que recayó como un trueno sobre la mentalidad de los viejos comunistas, cuando el modelo soviético hizo crisis en 1991, obligó a muchos a renunciar a sus antiguas convicciones y a otros, a plegarse a la institucionalidad que el neoliberalismo trataba de impulsar en Costa Rica. Hay que anotar, entonces, que el viejo Partido Vanguardia Popular, con más de noventa años en su historia, y una aguda y controversial participación en la historia social y política de Costa Rica, continúa hoy día en la brega electoral y una lucidez institucional realmente asombrosa. 

Su apoyo a la Revolución Cubana, a la Revolución Sandinista y a las luchas populares en diversas partes del mundo, lo definen como una de las organizaciones más longevas y estables del mundo socialista. El actual Presidente del Partido Vanguardia Popular, es el Señor Trino Barrantes Araya, profesor de la Universidad de Costa Rica, y uno de los seguidores de las ideas sembradas por Manuel Mora Valverde en Costa Rica.  

Referencias  

La bibliografía sobre la conducción de Manuel Mora Valverde de los comunistas en Costa Rica, es abundante y diversa. Una de las obras fundamentales, para el estudio y la evolución del pensamiento y el quehacer de Manuel Mora Valverde, es su trabajo titulado Discursos. 1934-1979 (San José, Costa Rica: Editorial Presbere. Selección, prólogo y notas de Gilberto Calvo y Francisco Zúñiga Díaz) 745 páginas. 

Pero, además, se pueden consultar los siguientes trabajos de investigación:

Contreras, Gerardo (2010) Semblanzas de luchadores sociales del Partido Vanguardia Popular (San José, Costa Rica: Ediciones Estudios Contemporáneos). 

Contreras, Gerardo y Cerdas, José Manuel (1988) Los años 40. Historia de una Política de Alianzas (San José, Costa Rica: Editorial Porvenir).

Merino del Río, José (1996) Manuel Mora y la democracia costarricense. Viaje al interior del Partido Comunista (Heredia, Costa Rica: EUNA).

Molina Jiménez, Iván (2016) Príncipes de las remotidades. Carlos Luis Fallas y los escritores proletarios costarricenses del siglo XX (San José, Costa Rica: EUNED). 

Mora Valverde, Eduardo (2000) 70 Años de militancia comunista. Recuerdos de Eduardo Mora Valverde (San José, Costa Rica: Editorial Juricentro).

Oliva Medina, Mario (2006) Artesanos y obreros costarricenses. 1880-1914 (San José, Costa Rica: EUNED). 

Salas, Addy (1997) Con Manuel. Devolver al pueblo su fuerza (San José, Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica). 

Salom, Roberto (1987) La crisis de la izquierda en Costa Rica (San José, Costa Rica: Editorial Porvenir).